El Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) ha publicado el Informe sobre Radiofrecuencias y Salud 2016-2019 en un evento virtual organizado por el COIT donde se recogen, actualizan y analizan las evidencias científicas sobre la materia correspondientes al período comprendido entre julio de 2016 y diciembre de 2019, y pone especial énfasis en el análisis de las publicaciones científicas relacionadas con la tecnología 5G.

El informe explica en sus conclusiones que “para bandas de frecuencias medias y bajas (700 MHz, y 3,6 GHz) aplican los mismos límites de exposición que aplican a los sistemas de banda ancha móvil tradicional y que vienen marcados por las pautas de la ICNIRP”, y concluye que “lo que realmente supone un reto en 5G es la metodología de medida de la exposición, ya que las particularidades de su interfaz radio hacen que las medidas deban de adaptarse para medir lo más fielmente posible”.

Así las cosas, el informe del CCARS confirma que “5G utilizará arquitecturas de radio y de red más eficientes en recursos energéticos y en el uso de señales de niveles más bajos que, junto a la disminución de tamaños de celda, son factores que apuntarían a tener niveles de exposición más bajos cerca de las estaciones base”.

Además, en sus conclusiones detalla que “estas características se acentúan en el caso de los dispositivos IoT con tecnología 5G ya que, aunque se espera un incremento sustancial de los mismos, los dispositivos IoT se comunicarán en intervalos periódicos de tiempo muy pequeños y con cantidades de datos muy limitadas. Por ello, incluso los dispositivos “wereables”, localizados cerca del cuerpo humano, con sus transmisiones de baja potencia y corta duración, implicarán niveles de exposición muy limitados”.

Por otra parte, y en relación con la evaluación de la exposición a los sistemas Wi-Fi en el ámbito escolar, el informe confirma que “la exposición habitual a CEM-RF a la que estan expuestos los escolares a través de Wi-Fi en la escuela es menor que la exposición debida a otras fuentes presentes en las proximidades”.

En otro orden de cosas y en relación con los estudios clínicos y epidemiológicos analizados, el documento defiende que “la evidencia actual de los estudios in vitro, in vivo y epidemiológicos no indican una asociación con el uso del teléfono móvil y el desarrollo de tumores en los órganos y tejidos más expuestos”, y sentencia que “de los resultados de la mayoría de los estudios revisados se deduce que no se observa un efecto carcinógeno derivado de la exposición a CEM-RF a los niveles habituales de la población”.

Sobre los efectos de las radiofrecuencias sobre las personas que dicen padecer hipersensibilidad electromagnética (HE), el informe aclara que “la HE no es una enfermedad incluida en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-OMS) y no existe un protocolo validado y aceptado por la comunidad científica para el diagnóstico y tratamiento de la misma”; y en cualquier caso afirma que “los estudios clínicos controlados confirman que no hay una relación causal entre la exposición a las diversas fuentes de RF y los síntomas de HE”, y que “no hay un efecto atribuible a la exposición experimental en ensayos clínicos con voluntarios que declaran sentir electrosensibilidad”, para indicar que “las nuevas evidencias publicadas siguen confirmando que no se observan efectos adversos para la salud derivados de la exposición a las RF de las antenas de telefonía móvil, transmisión de radio y TV, sistemas inalámbricos (Wi-Fi) utilizados en el trabajo, la escuela o el hogar”, y que “los niveles de exposición observados en los estudios publicados siguen siendo cientos o miles de veces inferiores a los considerados seguros por ICNIRP, OMS, UE y el RD 1066/2001”.

Por último, y en relación con la revisión de los niveles de exposición y las recomendaciones de instituciones y organismos de estandarización, el informe explica que “se han introducido restricciones adicionales para tener en cuenta situaciones en las que las restricciones de ICNIRP (1998) no daban cuenta adecuadamente de los nuevos desarrollos tecnológicos, como aspectos relacionados con las tecnologías 5G”, al tiempo que “se han modificado las restricciones existentes para mejorar la precisión basada en los avances científicos desde 1998, como un conocimiento más preciso sobre la relación entre el promedio espacial de la exposición y el aumento de la temperatura”.

 

Recomendaciones
El informe recoge una serie de recomendaciones entre las que destaca que “como todavía persiste una ligera incertidumbre sobre los efectos a largo plazo, y debido a los largos periodos de latencia de los tumores cerebrales, se deberían realizar estudios de cohortes prospectivos a largo plazo con muestras más amplias y una calidad elevada, especialmente en la evaluación de la exposición individual, con una dosimetría mejorada y precisa en adultos y en la infancia”.

Además, aconseja que “se deberían aumentar los recursos económicos necesarios para investigar en nuestro país los efectos de las RF en la salud, en su dosimetría y en la mejora de la comunicación”, al tiempo que insta a “aumentar la colaboración y coordinación entre las autoridades estatales, autonómicas y locales con los sectores implicados (Industria, compañías operadoras de Telecomunicaciones, Colegios Profesionales, Sociedades científicas, Consumidores, etc.) para que la sociedad conozca y entienda los métodos que se utilizan en la evaluación, gestión y comunicación de los efectos de los CEM y las RF”.

Por otra parte, el CCARS anima a las autoridades competentes y especialmente el Ministerio de Sanidad, a “realizar campañas de información y educación sobre los efectos de los CEM, sus usos, aplicaciones y los sistemas disponibles que garantizan una exposición segura”, destacando que estas actividades informativas deberían “favorecer un uso razonable de las nuevas telecomunicaciones, especialmente durante la infancia y adolescencia, un uso respetuoso con los demás ciudadanos, y un uso seguro”

El Informe sobre radiofrecuencias y salud 2019 esta disponible en este enlace

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